domingo, 6 de julio de 2008

¿Una bomba de sangre o una bomba de tiempo?

Pensando en las necesidades del ser humano más allá de los objetos materiales una de las principales, por no decir la más importante, es que su propio cuerpo funcione bien.
Todos sabemos que desde los comienzos del hombre en la tierra, este ha tenido una serie de problemas, los cuales ha tenido que saber resolver. Uno de los que más dificultades le ha causado es el crear una máquina que trabaje igual que su corazón, sin causarle alguna complicación mayor.
Es por esto que en el año 1967 se hizo el primer transplante de corazón, desde ese entonces se han mejorado las técnicas quirúrgicas y se han encontrado nuevos medicamentos para reducir el “rechazo” hacia el órgano donado para el transplante. Pero el intento de diseñar un corazón artificial viene de mucho antes que de aquel hecho, sin embargo, solo en el año 1982 (15 años después del primer transplante) Robert Jarvik consiguió crear el primero de los aparatos colocados a un paciente, el que fue llamado Jarvik-7. Sin embargo, no tuvo el mejor de los resultados, ya que, el hombre solo logró vivir tres meses y de cada uno de sus otros cuatro intentos posteriores ninguno vivió más de ese tiempo, aunque se debe mencionar que Jarvik no fue el primero en crearlo, ya que se tienen registrados cientos de patentes de corazón artificial en el mundo, pero ninguna de estas era tan confiable como para introducirlas en un humano.
Después de tantos intentos fallidos los médicos pensaron que lo ideal era un transplante de corazón artificial como una solución momentánea, para así mantener vivos a los enfermos hasta el momento de la cirugía que les permitiera implantar un corazón real que funcionara de manera permanente.
Por otro lado, el ingeniero David Lederman, se encontraba convencido de que valía la pena proseguir con los intentos de obtener un corazón artificial. Fue entonces, en el año 1981 cuando fundo la compañía ABIOMED, que con sus colaboradores, analizó rigurosamente el modelo Jarvik-7, y se encontró que tenía una serie de irregularidades que debían ser mejoradas para evitar de esta manera los frecuentes accidentes cerebro vasculares que se habían registrado en los pacientes que habían recibido un implante anteriormente.
No tenemos que olvidar los retos que plantea la fabricación de un órgano artificial. El primero es el tamaño. Sería inimaginable introducir un aparato de un volumen exagerado.
El segundo es una fuente de energía. Al no poder permanecer el paciente conectado a la corriente eléctrica, ni a baterías fue necesario crear una fuente de energía de larga duración (que ocupe un espacio mínimo), o bien, que pudiese mantenerse fuera del cuerpo, pero conectado con el artefacto que estaría adentro, debido a que es imperante mantener la cantidad de energía suficiente para que el mecanismo pudiese mantenerse activo.
El tercer reto es que los materiales que se utilizan para la fabricación de este artefacto, tienen que ser inertes, eso quiere decir que no provoquen ningún tipo de reacción negativa al paciente.
Y lo último, pero no menos importante, es el ruido que emita. Es algo importantísimo que sea silencioso, ya que sería verdaderamente molestoso que tuviera el sonido de un pito al bombear la sangre o la fuente de energía sonara como el motor de automóvil.


Modelo de corazón artificial
"AbioCor" creado por ABIOMED
Con sus partes: Corazón natural
1.Controlador
2. Corazón artificial
3. Baterias externas e internas
4. Conductor de energía.

Hoy en día, ya se han realizado miles de transplantes a personas a lo largo de todo el mundo y cada vez han tenido mejores resultados, pero sigue siendo uno de los problemas que más aqueja a los científicos y médicos avocados los transplantes del músculo cardiaco, ya que solo se donan la mitad de los órganos necesarios aproximadamente, siendo un número significativo de pacientes los que continuarían con serios riesgos vitales. Teniendo que recurrir en forma "obligatoria" a estos aparatitos para poder salvar la vida de miles de personas que tengan como costear un transplante de ese tipo, considerando que solo el aparato, sin gastos de instalación, mantenimiento o verificación es de 50.000 libras esterlinas ($37.500.000 aprox).
Sin duda se trata de un mundo de dinero que pocos podrían pagar, pero ¿Cuánto cuesta nuestra vida?
Susana Reyes Vera
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Catalina Montenegro

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